sábado, 12 de marzo de 2011

Nadie sabe para quien trabaja

Soy una mujer soltera pero recorrida en cuestiones amatorias.  Cada jueves, viernes y sábado (bueno, a veces el resto de días también) suelo salir a recorrer las calles y bares de la ciudad. Los que ven a niñas como yo -bien arregladitas, ricas y apretaditas- no se imaginan el gran esfuerzo que conlleva tener una imagen así. Compartiré con ustedes algunas de mis actividades:

1º Primero, si he salido temprano de trabajar, tomo un largo baño con jabones exfoliadores y espumas regeneradoras de la piel, burbujas relajantes y unos chorritos de leche de cabra. Si el tiempo no me alcanza, y debo salir directamente del trabajo, me conformo con usar colonias de aromas fuertes en lugares estratégicos de mi anatomía.
2º El maquillaje tramo a tramo, cosa que por su complejidad explicaré en otro post, queridas amigas.
3º La depilación una vez por semana preparando zonas rosas, para roces inesperados, que -si la noche es propicia- no faltarán para dormir descansada.
4º Finalmente, el toque de glamour y coquetería: La ropa entallada -que deje entrever cada parte voluptuosa de mi anatomía- y los otros detalles diseñados no para seducir (pues los hombres nunca se fijan en ellos) sino para delimitar mi territorio y atemorizar rivales: Los accesorios, como aretes, cinturones, brazaletes y cualquier otro.

Este arduo trabajo  toma, por lo menos, unas cuatro horas. Es duro esforzarse tanto para conseguir que alguien te despoje  de todo en menos de dos minutos. Es lo que es... creo que nadie sabe para quien trabaja, al menos  yo no.

El incomprendido calvario de la amiga de todos

Acaso será porque lo saludé? ¿o quizá porque fui amable? De repente carece tanto de amor, ¡Pobre! Pero ¿qué culpa tengo yo de ser así de buena, así de bonita y así de simpática? Para que luego anden diciendo  que soy una loba, una zorra. Cuando lo único que hago es imitar la actitud de la madre Teresa o de San Francisco de Asís dando amor a quien lo necesita.

En lugar de expresarse de mí con adjetivos despectivos, deberían imitarme. El hecho de que, en dos o tres oportunidades, me haya acostado, accidentalmente, y por mostrar demasiado celo en mi labor consoladora con algunos buenos amigos -¡tan lindos!-, no significa que sea yo una prostituta.

Lo diré por si no ha quedado claro: Yo pienso que mi función en la vida es hacer cuanto me sea posible para lograr que cada mortal de sexo masculino que se presente necesitado de ayuda, logré partir con una sonrisa en los labios. Si soy culpable de algo, es de haber hecho mía la frase: El fin justifica los medios. Fuera de eso, soy -modestamente- lo más cercano a una santa en estos tiempos post modernos.

¿Por qué?

Por qué cada mañana de esta semana me despierto y lo primero que hago es ir al espejo, quizá porque quiero encontrar otra imagen mía, más agradable, más alegre, más joven... porqué cuando escojo mi ropa siento que todo me queda...pero muy mal, y siento que a pesar de tener un ropero lleno  siempre me hace falta una prenda más.  Por qué cuando estoy en el trabajo pienso tanto en que ya es mi hora de almorzar y cuando me siento a la mesa siento que lo que está servido es justo lo que menos deseaba comer. ¿Porqué siento mi vida tan horrible?, ¿tan fea?, ¿por qué me siento tan mal?  ¿por qué sufro tanto? ¿qué hice yo para ser víctima de esta vida tan cruel? ¿alguien más se sentirá tan mal cómo yo? ¿alguien podrá comprender mi desdicha? ¿es justo que pase yo estás cosas tan terribles  y que nadie me entienda y todos me tilden de loca, amargada? O aún peor, que digan que me siento así porque ... ya voy a menstruar.